Un poco de amor francés
El amor no es un sentimiento con el que se puede lidiar fácilmente. Puede llevarnos al mejor de los éxtasis, como puede hundirnos en una interminable depresión. Pero en estos tiempos modernos, donde el sujeto vive en una constante locura, las relaciones amorosas parecen ser el único juego al que el hombre aún se arriesga a jugar.
En nuestro mundo de rampante “individualización”, las relaciones son una bendición a medias. Oscilan entre un dulce sueño y una pesadilla, y no hay manera de decir en qué momento uno se convierte en la otra.- Z. Bauman
En la actualidad las relaciones ya no son como eran hace 40 o 50 años atrás. Todo es fugaz, frágil y desechable, o como dijo el sociólogo polaco Bauman, todo es líquido. El hombre posmoderno carece de vínculos, de compromiso hacia los otros.
Si bien en su libro, Amor líquido (2005), hace más hincapié en la liquidez del amor romántico, Bauman también utiliza ese concepto para explicar la falta de solidez que existe en el amor hacia prójimo.
Para entender las características de este “amor líquido”, Bauman realiza una clasificación en 3 grandes grupos:
El primer grupo tiene que ver con el amor que se presenta en el mundo de las comunicaciones. Aunque estemos más conectados, ya sea por computadoras, celulares o incluso por teléfonos de línea, no significa que estemos más acompañados.
El hombre está cada día más solo. La virtualidad aísla y nos aleja cada día del contacto con los otros; las conversaciones cara a cara parecen cosa del pasado. Es muy común ver a grupos de amigos compartiendo una cena o una salida y que en vez de hablar entre ellos, estén constantemente pendiente de sus celulares y enviando y recibiendo mensajes de textos o Whatsapp. La red permite conectarse y desconectarse de ella cuando uno quiere. No tenemos la necesidad de mostrarnos tal cual somos, se engaña y se miente; la virtualidad nos hace sentir más fuertes, más atractivos y más poderosos.
Esta es una manera de evitar el compromiso, estamos constantemente creando relaciones de carácter superficial sobre las cuales decidimos cuándo y cómo jugar en ellas y cuándo se termina el juego. No se siente, solo se piensa de manera distante a esa “relación” como si fuera un avatar en un juego de computadoras. Analizamos las jugadas y si no nos conviene, nos desconectamos.
En una red, conectarse y desconectarse son elecciones igualmente legítimas, gozan del mismo estatus y de igual importancia.
El segundo grupo explica el valor que le damos a la otra persona, ya sea esta nuestra pareja o no. En un mundo tan consumista, no es extraño esperar que se trate a las personas como objetos, como mercancías que después de usadas se pueden desechar.
Para el autor, el amor es visto como un medio de consumo, donde las costumbres económicas invaden las relaciones y los sentimientos de los individuos. En estas sociedades el amor romántico llega a ser incluso un fenómeno que es considerado como raro, debido a la estructura y pensamiento capitalista que tiene toda la comunidad. Ya ni siquiera los matrimonios son pensados como una unión espiritual en la que dos individuos se juran amor eterno, sino que en su mayoría se consuman por temas burocráticos y separaciones de bienes.
Es muy común notar, desde el punto de vista de géneros, como ambos sexos en la actualidad tienen el mismo concepto del amor. Décadas atrás era común pensar a la mujer como la encargada de mantener el “amor romántico” en la relación, desde el hogar, pero en la actualidad esto ya no es así y no es porque la mujer no ame como antes, sino porque comenzó a salir de su casa y ya no puede dedicar el mismo tiempo a cultivar ese amor. Ahora las mujeres también “aman liquido”.
El tercer grupo habla del amor como medio de seguridad. La búsqueda de la “seguridad” puede implicar estar acompañado, aunque eso conlleve no ser feliz con esa compañía. Los sujetos sostienen una relación con el el único fin de no estar solos. Con el amor líquido «uno pide menos y se conforma con menos«, dice Bauman.
Este grupo puede dividirse en otro subgrupo en el que existen individuos que se despojan de todas las “cargas”, aprovechando este mundo tan liberal, que permite ser más individual para no soportar relaciones. No están en compañía de alguien solo por el hecho de estar solos.
En la actualidad los jóvenes están preocupados por sus carreras y por las metas que se han plasmado en su vida, y como esta sociedad también les exige productividad y eficiencia, retrasan la búsqueda de parejas para formar una familia.
Ser un Hombre sin vínculos, es lo que la mayoría de los sujetos quieren ser, pero no en el sentido de no tener amigos o una familia, porque lo que más busca el ser humano es el contacto y la forma de relacionarse con el otro; sino que lo que quieren es evitar salir lastimados por miedo a que el vinculo formado no sea correspondido o sea traicionado.
Pero las teorías de Bauman no siempre fueron muy aceptadas, uno de los mayores opositores del amor liquido fue el sociólogo Erich Fromm, y lo demostró con su libro El arte de amar (1956).
Fromm resalta que el amor es el principal problema de toda la existencia humana y más en una sociedad donde el mundo capitalista enajena al individuo de todo sentimiento, incluyendo la capacidad de amar.
El autor explica que todo intento de amor es en vano si el sujeto no logra amar al prójimo en todos sus aspectos y este amor debe de ser correspondido. Solamente cuando se logre amar al otro se estará capacitado en tener amor propio. No es solo cuestión de recibir amor, sino que también es necesario darlo sin esperar nada a cambio. Y dar amor lleva un proceso, se requiere de un aprendizaje, es necesario dedicarle tiempo, paciencia y disciplina para dominarlo, como a cualquier otro arte. Solo logrando amar el hombre logrará superar su soledad.
Fromm considera que el amor es un acto de interdependencia, pero que permite al individuo estar unido a otro sin lograr perder su individualidad. Bauman por el contrario considera que el amor es un acto en el cual no existe dependencia, sino que los sujetos están por conveniencia.
Con esta reflexión no apuntamos a que el amor, como tradicionalmente se conoce, este extinto. Aún hoy existen individuos fieles, comprometidos, que creen y valoran el amor romántico; pero también, en un mundo que todo es descartable, existen otras formas de amor como las anteriormente nombradas. No sabemos si estas nuevas versiones del amor son válidas o políticamente correctas, pero están presente y cada día toman más fuerza en nuestra cotidianeidad.