¿Cómo puede ser que te alboroten mis placeres?
Luego de ver las dos películas anteriores del cineasta danés Lars von Trier, a decir Antrichrist (2009) y Melancholia (2011) en las que explora de una manera un tanto oscura la depresión de la protagonista, en los dos casos interpretada por Charlotte Gainsbourg, la tríada se completa con Nymphomaniac (2013). Aún no estrenada en el circuito de cines de Montevideo, pero que ya se encuentra en Internet para verla. Este artículo, sin duda, va a ser un esbozo, una de las tantas lecturas que se puede hacer y que junto al lector recorreré para así poder dar algunos puntos de vista sobre el tema de la ninfomanía y la sexualidad, vinculados a la nueva obra del director, cuyas últimas tres películas fascinan o desagradan de principio a fin.
El director
Lars von Trier, enfant terrible de la cinematografía occidental, hereje indeciso, maestro sin escuela, supuesto apolítico y posible militante iconoclasta de izquierda, metafísico de a ratos, jamás convencional, invadido de fobias y excentricidades, vivió en una comunidad nudista alejado de las formas tradicionales de la educación, alentado a explorar sus inquietudes artísticas, fue un precoz cineasta. Víctima prematura de la depresión, tiene una breve estadía en un psiquiátrico a la edad de 12 años. Premiado estudiante de cine en Copenhague, con un sentido del humor áspero y crudo, tiene una vida íntima complicada. Cinéfilo prolífico e itinerante, recorre varios festivales de Europa autoproclamándose ganador moral en algunos. Es, entre muchas otras cosas, el autor de una interesante película dividida en dos volúmenes titulada Nymphomaniac que forma la última parte de la trilogía de la depresión, precedida por Antrichrist (2009) y Melancholia (2011).
Un poco sobre la sexualidad (una historia larga y moral)
En su libro (incompleto) La historia de la sexualidad (1984), Michel Foucault hace una investigación de lo que llama “hipótesis represiva”, es decir, el lugar común donde el sexo es algo que ha sido reprimido y que la modernidad ha combatido por liberar. Sin embargo, Foucault explica que, no es que el sexo fue algo reprimido, sino que el sexo es una noción complicada, construida por distintas prácticas sociales, investigaciones, actos de convencionalismo en la oralidad y la escritura, es decir, elaborada por el discurso. En pocas palabras, el sexo es una práctica discursiva, un producto social de determinada época. Foucault detalla una serie de periodos a lo largo de la historia en los que no se hace otra cosa más que conversar sobre este tópico. En la práctica religiosa de la confesión, los sacerdotes necesitan saber todo sobre el sexo. No solo lo que se ha hecho, sino también, y sobre todo, lo que se ha mirado, lo que se ha dicho, lo que se ha pensado. En una desproporcionada intensión de inmiscuirse en la intimidad, la Iglesia establecerá con quién se puede tener relaciones sexuales (el marido, la pareja estable), cuándo (después del matrimonio) y con qué fines (la reproducción). En este aspecto se puede hacer un paralelismo con Nymphomaniac en la relación que se establece entre Joe (Charlotte Gainsbourg/ Stacy Martin Joe joven), la que se confiesa y Seligman (Stellan Skarsgård) el que la escucha; la pregunta que se puede hacer es por qué este decide escucharla y se siente atraído por las historias de Joe (Al final de la película puede haber una posible respuesta).
El pensador francés propone que entre los siglos XVII y XIX algunos individuos se pasaron poco menos que a unos voyeurs, no del coito, sino de la sexualidad en sí misma. Así mismo señala que se creó un placer distinto: placer en la verdad de gozar, en saber esa verdad, en exhibirla, en descubrir y en encantarse al verla, también, al expresarla, al sujetar a los otro en ella, al confiarla íntimamente; un placer particular en el discurso verdadero sobre el placer. Según Foucault, el cristianismo habría vinculado la copula sexual con el mal, el pecado y la muerte. Elemento que está muy presente en el filme, ya sea porque Joe se siente una pecadora o por las constantes metáforas místicas y espirituales de Seligman. Si la sexualidad de las personas no es más que un hecho sociocultural, no biológico, (teoría que es muy discutida) tanto a nivel del individuo como del colectivo, relacionado por variados discursos de poder, el Estado, la familia, la religión, la medicina, ¿Cuál es la moral que se escogería, si hay alguna para elegir, ante sus heterogéneas manifestaciones? Se puede decir que es una de las tantas interrogantes que deja la película para reflexionar. A propósito de esto, en una asociación de ideas (muy libre), el poema del surrealista francés Benjamin Péret dice:
«Si existe un placer es el de hacer el amor el cuerpo rodeado de cuerdas y los ojos cerrados por navajas de afeitar»
Otra cita para destacar es la de Jesse Bering (psicólogo norteamericano) quien deja una apertura para el debate, parafraseándolo: «Hay un solo aspecto significativo al momento de lo que termina o no de ser sexualmente conveniente, y es la cuestión del daño. Cualquier desviación (sexual) respecto al promedio de la población es útil a la hora de recordarnos lo inmenso de la diversidad erótica, por lo tanto, la cuestión de qué puede considerarse “norma” o “natural” es trivial. Lo normal no es más que una cifra, y se trata de un número sin ningún valor moral inherente».
El clítoris letal
Según el diccionario de la Real Academia Española el nombre “ninfomanía” proviene de dos temas grecolatinos, ninfa y manía, y en su única acepción indica “furor uterino” que es en la medicina el “deseo violento e insaciable en la mujer de entregarse a la cópula”. En la época contemporánea se empieza a utilizar el concepto de hipersexualidad, el cual remplaza las vetustas nociones de ninfomanía. Para contextualizar este concepto hay que decir que esta concepción define la hipersexualidad como la adicción al sexo, una compulsión que no se puede controlar, ya sea desde el coito hasta la práctica onanista o el deleite del voyeur por la pornografía, o entre las diferentes practicas en la diversidad de lo sexual. La hipersexualidad se identifica por una habitual estimulación de los órganos genitales que, una vez lograda, puede no implicar el bienestar emocional (lo que también se conoce como la petite mort, donde en el instante posterior al clímax del orgasmo se produce un breve lapso de melancolía) de la persona. Este estado, en ocasiones, de sentimientos de fastidio y culpa lo vive el personaje principal Joe, quien después de un orgasmo espontáneo en el que tiene una visión mística, el personaje de Seligman lo compara con una recreación blasfémica de la transfiguración de Jesús en el monte Tabor, donde pierde, en un periodo a corto plazo, la capacidad de tener y disfrutar sus orgasmos. La ninfomanía se pensaba como un desajuste psicológico, meramente femenino, constituido por una libido muy activa y una obsesión con el sexo. Conforme a este pensamiento Joe transita por distintas situaciones que la llevan en una búsqueda, en algunos momentos frenética, del placer. Lo que se puede objetar es cuáles son esas circunstancias. El deseo sexual, el consumo del placer, ha cambiado considerablemente en los humanos, y se puede demostrar en los más variados tags de los sitios eróticos y de pornografía mundial; lo que alguien creería como satisfacción sexual “normal” podría ser captado por otros como inmoderado y exuberante, y viceversa.
Los hipersexuales, como Joe pueden tener dificultades en el entorno laboral (no tiene un trabajo estable), familiares (el descuido de la crianza de su hijo y en su alejamiento de él), económicos y sociales; su apetito sexual les exige visitar lugares que están al margen de la sociedad institucionalizada, adquirir todo tipo de elementos para el placer, y mantener relaciones sexuales con desconocidos (la situación del encuentro con los dos negros como Joe prefiere decir), forjando que su vida ronde en torno al sexo.
Cabe destacar que la cultura dominante beneficia un poco a la invisibilización del tema en las prácticas sexuales de los hombres, en la medida que hay una doble moral, un ocultamiento de la costumbre machista de la relaciones sexuales, ya que es percibido como algo inherente del género masculino y dentro de los convencionalismos sociales; en la vereda opuesta, en la mujer es visto como algo degradante, no bien apreciado socialmente, y que condiciona en el contexto por el cual se mueve. Parece ser que Von Trier planteará una interpelación al espectador, apretándolo, exigiendo su valoración moral.
¿Cómo puede ser que te alboroten mis placeres?
La película repasa determinadas etapas en la vida de Joe, una niña que en su más tierna infancia, los dos años, y de familia de clase media descubre el florecimiento sexual. Junto con su amiga B (Sophie Kennedy Clark) recorren algunas experiencias insatisfactorias y otras no tanto, y en tren de perder su virginidad conoce de casualidad a J (Shia LaBeouf), un muchacho ordinario, pocos años mayor que ella, con el que inicia una relación amorosa a lo largo de su vida. Una relación extraña, excitante e intensa, que acercándose al final se irá destruyendo ante la insatisfacción y el descuido de ambos. Tal vez una de las cosas más llamativas de Nymphomaniac sea la cantidad de comparaciones en el relato que hacen Joe y Seligman. Los diálogos son de una marcada intertextualidad y entonces bastantes imaginativos, abriéndose generalmente a la interpretación permitiendo a la historia sondear la cultura desde diversos aspectos. El personaje de Joe, como lo postula la célebre dicotomía del “espíritu apolíneo” y “espíritu dionisíaco” analizada por Friedrich Nietzsche, puede ser el estado dionisíaco de la vida, en las sombras y en lo supuestamente prohibido, y Seligman el aspecto apolíneo, en la mesura y la racionalidad. Estos diálogos recrean la experiencia de Charlotte a lo largo de su vida, más que nada desde la sexualidad, desde el descubrimiento de su vagina hasta sus más profundos impulsos y deseos eróticos. Por su parte el Seligman, virgen aún en su edad avanzada, utiliza los relatos como metáfora de las historias que cuenta Joe. Con fragmentos donde algunas de las imágenes son de calidad poética, como cuando Joe apela al atardecer para definirse o el pasaje donde pasea junto a su padre (Christian Slater) por los bosques que hacen recordar a Andréi Tarkovski como influencia directa del director, inclusive en la utilización de contraer la historia a un solo lugar, la acción en tiempo real ocurre en la habitación de Seligman, y bajo un mismo día de calendario en un determinado tiempo, tomado así las nociones de Aristóteles en su Poética. Pero con la salvedad de recurrir al uso del flashback como recurso cinematográfico para poder desarrollar la historia. La trama plagada de sugerentes, intrincadas y elucubradas alusiones que llevan al goce o al aburrimiento según el gusto del receptor. Los personajes, un elenco multiestelar de la escena hollywoodense, atraviesan escenarios comunes y sórdidos, donde se sucintan elementos sorpresivos en la trama, como la incursión de Joe en el clandestino tugurio sadomasoquista de K (Jamie Bell) o el desenlace final. Sin embargo, la interrelación de la pareja puede resultar previsible, dada la incontinencia voraz de Joe por el placer orgásmico. Como en una de las teorías de Walter Benjamin en la que explica cómo hacer un relato, el filme en su estructura formal parece ser una novela, está dividido en ocho capítulos, cinco en la primera parte y tres en la segunda. Joe y Seligman construyen relatos en los que se rememora una determinada escena. Así a lo largo del filme, la oralidad del relato se tiende a la crónica o a la parábola. Con respecto a esta división, Von Trier señala que son preámbulos así «cosquillean la imaginación». Explica que esta técnica narrativa produce ciertos enredos dramáticos. Por ejemplo, se crean expectativas en el público para intentar sorprenderlo o desilusionarlo. Las palabras introductorias o los epígrafes colaboran a crear esta red que hay que tensar para que brote una experiencia cinematográfica. En resumen, Lars von Trier es un director inquieto en lo diverso, casi bordeando con la ambigüedad y lo antagónico, en lo que se representa a su estilo visual como narrativo. En su larga trayectoria productiva lo ha intentado casi todo, desde el recurso de la cámara en mano, manifestado en su programa Dogma `95, hasta en las imágenes poéticas, flashbacks, utilización de la tipografía, el uso de la cámara lenta o rápida para retratar su historial cinematográfico. Nymphomaniac puede llegar a ser una reflexión sobre el rol de la mujer en la sociedad contemporánea y la doble moral que existe en ella, expuesta a través de un retrato de la adicción al sexo. Lo que se nos relata es un descenso a los infiernos de Joe, que se presenta de una forma atractiva, novedosa y ambivalente, como fuente de placer y autonomía pero también de depresión y desasosiego.