No lo soñé
Imaginá que al terminar de leer estas páginas te desperezás y de repente abrís los ojos, ¿pero qué paso?, ¿estaba soñando o estaba leyendo?, ¡fue tan real! No te preocupes, no te estas volviendo loco, esto nos pasa a menudo a todos y más a las personas que recuerdan mucho sus sueños.
Hay quienes dicen que no sueñan nunca o que no se acuerdan de sus sueños; otros recuerdan cada instante y lo perciben tan real que al despertarse no saben diferenciar si lo que pasó lo vivieron o lo soñaron. Mientras dormimos reponemos energía y los sueños colaboran en ese trabajo, además nos permiten memorizar y ordenar lo vivido en el día y descartar información de nuestra mente que es irrelevante o innecesaria. También ayudan a la reposición de tejidos y a la eliminación de toxinas.
Pero ¿qué es soñar? El primero en hacerse esta pregunta fue el médico y neurólogo austríaco Sigmund Freud. Considerado el padre del psicoanálisis, fue pionero en los estudios acerca del inconsciente, desarrolló una teoría de la personalidad humana para poder estudiar y curar a pacientes con trastornos psicológicos. Su libro La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung) fue una herramienta clave para el estudio del inconsciente y en la actualidad muchos de sus conceptos son utilizados.
En su obra, Freud utiliza la palabra “Deutung”, que en español se podría traducir como “interpretación” y servía como técnica para asignar una significación a los contenidos latentes del sueño.
Freud definió el sueño como «la satisfacción imaginaria de deseos reprimidos de la infancia». Para él la infancia es una instancia clave en la vida humana, ya que luego, en la adultez, la mayoría de los sueños se relacionarían con los deseos, traumas y recuerdos de esa etapa.
Todas las experiencias, ya sean buenas o malas, quedan alojadas en un rincón de nuestro cerebro al que llamamos inconsciente. Ya que para Freud el inconsciente es atemporal, lo que ocurrió cuando eramos chicos tiene la misma importancia en el día de hoy. Para Freud esa satisfacción imaginaria de deseos reprimidos de la infancia (sueños) sirven de vehículo para la vida contemporánea, el ahora de cada sujeto.
El método de investigación que utilizó Freud fue la asociación libre de ideas, técnica utilizada aún hoy en día, donde el paciente es libre de contar todos sus sueños, pensamientos y sentimientos, y el analista, sin juzgar, ayuda a encontrar un hilo conductor entre los sueños contados y la realidad vivida.
Un dato interesante es que actualmente la técnica de asociación libre de ideas se utiliza mucho en contextos no clínicos como en agencias de publicidad y en marketing. En esos contextos la conocemos como “Lluvia de ideas” (brainstorming) y permite crear ambientes de trabajo colaborativos en donde, por medio de actores de diferentes ramas de la comunicación, la sociología y el diseño, se pueden establecer diferentes mensajes comunicacionales.
Otro campo donde se utiliza bastante la técnica de asociación libre de ideas es en el área de recursos humanos, donde mediante distintos tipos de test (previamente realizados por psicólogos o expertos en el tema) se realiza la selección de personal para empresas.
Freud dividió el sueño en sus elementos y buscó conexiones que enlacen a cada uno de esos elementos. Gracias a esta investigación logró distinguir el contenido manifiesto (que es lo que producimos como narración y escena del sueño, lo que contamos o percibimos de él) y el contenido latente (que es el conjunto de significaciones a las que conduce el análisis de una producción del sueño).
Una vez descifrado, el sueño no aparece ya como una narración formada por imágenes, sino como una organización de pensamientos, un discurso, expresando uno o varios deseos. El proceso de la conversión del contenido latente en manifiesto es lo que denominamos elaboración del sueño. Debe quedar claro que la interpretación no opera sobre los símbolos del sueño, sino sobre las asociaciones libres que el individuo hace a partir de lo recuerda de su sueño. Si entendemos a la interpretación de los sueños como una herramienta de acceso al contenido del inconsciente, podríamos decir que el olvido de los sueños es una forma de resistencia a revelar ese contenido.
¿Qué pasa con nuestro cuerpo mientras dormimos?
Cuando una persona comienza a soñar pasa por cinco fases que se repiten cada noventa minutos, por lo tanto, en una noche podemos tener entre cuatro a seis sueños. Las primeras fases ocurren en el sueño no REM, o de ondas lentas, y la quinta fase ocurre en el sueño REM.
La primera fase es la que llamamos somnolencia; aquí apenas nos estamos quedando dormidos, la respiración se hace más lenta y la tensión muscular disminuye. Luego pasamos a la segunda fase, que es el sueño superficial. En esta fase se bloquean los sentidos (no percibimos ruidos externos) y el cuerpo se relaja. La tercera fase es el sueño semi-profundo, donde el cuerpo ya está totalmente relajado.
En la cuarta etapa es el sueño profundo, aquí el cuerpo se comienza a recuperar del ajetreo diario. En esta fase es donde comienza a suceder el trabajo del sueño. La quinta es el sueño REM (sus siglas en inglés Rapid Eye Movement), este nombre se debe a que nuestros ojos comienzan a realizar movimientos aleatorios y rápidos. Durante el REM, el flujo sanguíneo del cerebro se acelera y la respiración se hace más rápida y entrecortada.
Ciertas neuronas del cerebro, llamadas “celulas del sueño REM” están activas durante en ese momento y posiblemente sean las creadoras de ella. Durante esta fase, estas neuronas dan la orden al cuerpo de no moverse para protegerlo y poder realizar el trabajo del sueño mientras estamos dormidos. Si el cerebro no da esa orden (ya sea por causa de desordenes enzimáticos que no permiten a las neuronas trabajar de forma correcta) se genera el fenómeno conocido como sonambulismo, considerado una paranomasia, un trastorno del sueño, y que se caracteriza por la realización de acciones o movimientos anormales y antinaturales que se producen mientras se duerme.
Para que los sueños sean reparadores, por lo menos tendríamos que cumplir estas cinco etapas del sueño, o sea, despertarse en la fase REM, lo que implica dormir por lo menos siete horas y medias.
Durante la etapa REM puede ocurrir un fenómeno que se llama parálisis del sueño, que se experimenta por lo menos una vez en la vida de cada individuo y consiste en una incapacidad de la movilidad corporal, que es pasajera (que dura entre uno y tres minutos) pero que la persona la vive de forma consciente, es decir escucha y percibe todo, pero al no poder moverse ni hablar, le provoca terror y ansiedad.
Generalmente este evento surge después de que la persona sufrió una pesadilla y cuando se despierta de manera abrupta se da cuenta de que no puede moverse, el organismo no responde porque aún se encuentra en estado de relajación, lo que provoca mucho miedo e impotencia en la persona que lo padece.
Este trastorno no causa peligro de muerte, ya que la respiración y los latidos del corazón se siguen generando de manera involuntaria. En algunas ocasiones, el soñador puede vivir experiencias alucinatorias o sensación de tener presencias extrañas o amenazantes durante la parálisis. Para lograr salir de ese estado se debe permanecer tranquilo y respirar hondo. Este trastorno ocurre cuando los individuos atraviesan etapas de estrés o están bajo presión en su vida diaria.
No todos los sueños son color de rosas
Otra parasomnia es la pesadilla, que también ocurre en el sueño REM, más precisamente en la segunda mitad de la noche. La pesadilla es un mal sueño, cargado de ansiedad y que produce sensaciones de miedo, terror y angustia. Son más frecuentes en niños de entre dos y nueve años, pero son consideradas normales (en la mayoría de los casos) en la infancia.
Históricamente (hasta el siglo dieciocho aproximadamente) eran consideradas obras de brujería, posesión de demonios o de espiritus maleficos que se sentaban sobre el pecho de los durmientes, oprimiéndolos con su peso (de allí la etimología de la palabra, pesad = peso + el diminutivo -illa).
Actualmente se conoce que el origen de las pesadillas puede ser fisiológico (reacciones a diferentes fármacos, altas temperaturas, problemas digestivos) o de origen psicológico (traumas psíquicos, estrés).
Algunas curiosidades
- A lo largo de la historia el arte ha tratado de representar nuestros sueños, tanto los agradables, como las pesadillas. En esta última categoría una de las obras más trascendentales fue la pintura del suizo Johann Heinrich Füssli “La pesadilla”, cuadro pintado en 1781. Precursor del surrealismo, Heinrich retrata a una mujer dormida, poseída por el íncubo (demonio que se presenta en los sueños más de tipo erótico) y en segundo plano la figura de un caballo que contempla la escena. El caballo no aparece por casualidad, el título del cuadro en alemán es “Nachtmahr” que es el nombre del caballo de Mefistólfeles. Mefistólfeles es un demonio alemán considerado un subordinado de satanás y encargado de robar las almas de las personas, de allí la explicación de la aparición del caballo en dicho cuadro.
- Los primeros cinco minutos al despertarnos son claves para recordar y anotar qué fue lo que soñamos, luego de ese tiempo el individuo se olvida de hasta el cincuenta por ciento de lo soñado. Igualmente, solo se recuerda aproximadamente un diez por ciento de todo lo que se soñó a los largo de la noche.
- Para Freud, los sueños, los olvidos inexplicables y los actos fallidos, se originan todos en el inconciente.
- Muchas personas creen que los sueños son en blanco en negro, pero estudios han demostrado que son a color.
- Si uno no sabe si está soñando o despierto, lo que debe hacer en el sueño es tratar de buscar un reloj o un libro, o cualquier texto en el que pueda leer, ya que es difícil distinguir la hora o las palabras en un sueño, esto ayuda a saber en qué estado estamos.
- Las personas no videntes también sueñaN, lo que la mayoría de sus sueños están cargados de aromas y sonidos.